sábado, 5 de mayo de 2018

XVIII MARATÓN ORNITOLÓGICO 2.018


Otro año más nos disponemos a participar en el maratón ornitológico que organiza SEO/BirdLife. Este año es la edición XVIII, y hace la número 11 consecutiva para los Archibebes Tintos. Una ocasión estupenda para disfrutar de una intensa jornada de pajareo entre amigos.

Por diversas cuestiones teníamos el equipo mermado, solo podíamos Jose Manuel, Eduardo y Félix,  y por ello nos ha acompañado como archibebe invitado Juan Diego Acevedo, amigo y compañero de jornadas de pajareo, que como ya suponíamos resultaría un buen fichaje para el evento.

El día promete, las previsiones meteorológicas son estupendas, y la primavera que llevamos ha dejado el campo pletórico de vegetación y agua. 

Comenzamos como siempre, poco antes del amanecer, en el puerto de Navacerrada. Nada más bajar del coche y con todavía poca luz apuntamos de oído las primeras especies: carbonero garrapinos, herrerillo capuchino, petirrojo, mirlo y acentor común.

Cambiamos de sitio, sin descender del puerto todavía, y seguimos sumando. El cárabo no se hace de rogar y se le escucha varias veces. Como el año pasado hay un nutrido grupo de cuervos que debe pasar la noche en la zona. Apuntamos trepador azul, pinzón, pico picapinos, agateador y papamoscas cerrojillo. Este último lleva años sin fallarnos en la misma zona.

Antes de empezar a bajar añadimos también totovía, colirrojo tizón y verderón serrano. No conseguimos oír reyezuelos y sabemos que el sencillo si no lo pillamos aquí va a ser complicado detectarlo a menos altura, pero esto es un maratón y no podemos perder más tiempo así que comenzamos el descenso por la vertiente segoviana.

En el puente del Eresma a pie de puerto la lista crece con zorzal charlo, arrendajo, vencejo común, ratonero, paloma torcaz, corneja, curruca capirotada, y reyezuelo listado (el sencillo no sale ya como nos temíamos).

En Boca del asno el río baja como nunca de agua y no conseguimos ver al mirlo acuático, aunque tenemos otro cartucho para esta especie unos kilómetros más abajo. Sí nos sale lavandera cascadeña y chochín, que se desgañita a escasos metros de donde estamos.


En los asientos aprovechamos las mesas de la zona recreativa para tomar un “ligero” desayuno, sin dejar de estar atentos a lo que vuele o cante, y añadimos a la lista mosquitero papialbo, zorzal común y estornino.

En Valsaín hacemos la primera parada en el puente del río, un lugar que además del aporte de especies nos gusta especialmente por la amplitud de cielo y suelo que nos presenta. Un cielo hoy azul inmenso, que se llenará de rapaces pero más tarde (pasamos demasiado temprano por aquí pero es lo que hay) y un suelo verde rabioso con tanta humedad que hay este año. 
Aquí sí que nos sale una pareja de mirlo acuático, como esperábamos, y añadimos grajilla, chova, verderón común, golondrina, ruiseñor común, gorrión común, zarcero y carbonero común.
Desde el cerro que hay sobre Valsaín sumamos las curruca carrasqueña, mirlona y zarcera, y además tarabilla, cuco, abejaruco y paloma bravía. 

Alguien observa un alcaudón y al mirarlo todos nos encanta descubrir de que se trata de un alcaudón dorsirrojo. Es la primera vez que registramos esta especie y es muy bienvenida. También apuntamos a su pariente cercano el alcaudón común.

 En la siguiente parada que hacemos esperamos añadir al pico menor pues en una prospección de la zona diez días antes nos había salido y estaba especialmente activo en sus gritos y rápidos tamborileos. Sin embargo nos hace la misma jugada que el año pasado y no sale. Ya debe estar criando y el celo ha parado, que le vamos a hacer. No obstante la zona aporta como siempre otras especies como verdecillo, gorrión chillón, escribano soteño, oropéndola, herrerillo común, abubilla y torcecuellos. Empezamos a ver, por la hora más avanzada las primeras rapaces: milano negro, milano real y águila calzada. 

Continuamos camino y sumamos gorrión molinero, ánade real y cormorán en el embalse de La Granja, y urraca y cigüeña blanca al cruzar el pueblo.

Desde el cerro del cementerio la lista crece con buitres negro y leonado y un azor muy lejano que detecta nuestro invitado y experto rapacero Diego. También una collalba gris que no se identifica claramente por todos pero que más tarde se consolidará la especie para la lista en la zona de Sepúlveda.

Al cruzar pueblos añadimos avión común y tórtola turca. Y en una parada frente a un extenso prado sumamos también águila culebrera, alondra, triguero, rabilargo.  Desde el coche vemos un alcaudón real posado en la línea eléctrica pero no todos los integrantes del equipo por lo que se tendrá que quedar como asterisco (la normas son las normas), y también un águila imperial. En este caso el conductor busca hueco donde no lo hay para parar a disfrutarla, pero poco que esto es un maratón.

En la zona del cortado del río Cega apuntamos curruca mosquitera, ruiseñor bastardo y avión roquero, pero no nos salen especies esperadas y deseadas como halcón peregrino, búho real o alimoche. A ver si hay más suerte en el Duratón.
Camino de Sepúlveda, donde empieza la segunda gran zona del recorrido, vemos desde el coche tórtola común pero de nuevo con asterisco pues los que viajan delante no se han enterado.

Vamos con bastante ilusión puesto que llevamos 78 especies, más que nunca en este punto del recorrido y con media hora de adelante sobre los mejores años anteriores.

Con una parada en el páramo previo a entrar en Sepúlveda iniciamos nueva zona. Aquí encontramos las especies que se esperan: terrera común, collalba rubia, curruca tomillera, cogujada montesina, pero falla de momento bisbita campestre. 

Salen también pardillo y en el asomo al cortado alimoche.

Tras cruzar Sepúlveda, por el túnel que no estamos para turismo hoy, en la preciosa hoz que hace el Duratón sumamos a la lista jilguero, paloma zurita y roquero solitario. Este último de un azul intenso tal y como le da el sol desde donde le observamos.




En la bajada al Valle de Tabladillo encontramos calandria, curruca rabilarga y bisbita campestre (ahora sí). Y se oye pito real cuyo relincho lo trae el aire desde una lejana chopera. Poco después, en dicha chopera, se añaden a la lista mosquitero común, y bisbita arbóreo. 

Este año decidimos no ir a Lagunas de Cantalejo porque, aunque hay bastante agua, consideramos que no aportará especies distintas a las que podríamos encontrar en nuestra zona húmeda por excelencia del recorrido (Villafáfila). Al final del día comprobaríamos que la decisión fue acertada porque las especies efectivamente saldrían y es más interesante tener más tiempo de dedicación al final del recorrido.

Hacemos parada para comer en una zona de ribera con mesas muy ad hoc. Durante la comida un torcecuellos, que ya teníamos en la lista, no paró de hacer “buya” a nuestro alrededor.



Continuamos nuestro recorrido previsto y nos dirigimos hacia la zona por donde transcurre el río Duero entre Castronuño y Toro. De camino y desde el coche apuntamos garcilla bueyera, aguilucho cenizo, polla de agua y cernícalo vulgar.

Ya en Castronuño paramos en el soto frente al Duero embalsado en este punto. Aquí registramos somormujo lavanco, aguilucho lagunero, garzas real e imperial, martín pescador, mosquitero ibérico y gorrión moruno. También escuchamos la grave y gutural voz del avetorillo.
La colonia de cormoranes y garzas imperiales está en pleno apogeo pero no aporta nuevas especies.

Río abajo paramos en la zona de la garcera que había sobre un pequeño sauce y que alguna crecida tiró el año pasado. Aún así podemos ver martinete, garceta común y nueva zona de cría de garza imperial, que ya teníamos. Añadimos también archibebe claro, andarríos chico, ánade friso, carricero común, pájaro moscón, mito y cogujada común. En la orilla de enfrente se oyen los gritos de un rascón. Y descubrimos con alegría que se ha vuelto a organizar una colonia de avión zapador en unos terrenos en los que se había perdido tras una actuación humana bastante agresiva.

En la parada del puente de hierro cercano ya a Toro decidimos hacer un breve paseo por el soto. Ya tenemos todas las especies que pensamos que nos puede aportar excepto el pico menor, que nunca hemos visto aquí pero que estamos convencidos que lo hay por los múltiples agujeros de pequeño tamaño que se ven en los chopos. Cuando ya estamos de vuelta del paseo oímos un leve sonido de golpeo sobre el tronco sobre nuestras cabezas y cuando miramos descubrimos al pequeño carpintero. Gran alegría por el éxito en este punto.

Y ponemos rumbo a la última gran zona de nuestro recorrido que es la que decide cada año, principalmente por la cantidad de agua que haya. Ya sabemos que este año está bastante bien y vamos con mucho optimismo pues llevamos 118 especies y seguimos con media hora de adelante respecto a los mejores años.
Ya en la zona apuntamos enseguida y desde el coche cernícalo primilla, aguilucho pálido y las primeras avutardas. Al cruzar un arroyo escuchamos carricero tordal.

Paramos frente a la dehesa donde el año pasado observamos elanio azul pero este año no se deja ver. En su lugar vemos sobrevolar las encinas un gavilán, haciendo bueno el dicho de las gallinas que entran por las gallinas que salen. También se escucha en este punto codorniz.

En el pequeño pinar del búho chico podemos ver que el nivel freático está como nos gusta ver y hay mucho agua por la zona que otros años está seca. Increíblemente el búho chico no nos sale, a pesar de que se vio en la prospección solo dos días antes. 
Sin embargo en este punto añadimos muchas especies: pagaza piconegra, zarapito real y trinador, cigüeñuela, avoceta, chorlitejo grande, pato cuchara, tarro blanco, ganso, focha, avefría y gaviota reidora.

En la laguna de Villarrín seguimos sumando canastera, chorlitejo chico, archibebe común y en vuelo rasante un esmerejón.

En Otero, cada vez más destruido, no conseguimos ver mochuelo, cada vez cuesta más. Y mirando hacia la laguna grande apuntamos espátula, zampullín cuellinegro.  Por la pista se suma la perdiz.
En las charcas del pequeño puente romano hay bastantes limícolas aunque solo apuntamos como nuevo combatiente, aguja colipinta y correlimos común. También una lavandera boyera que jugaba al escondite con nosotros y costó un ratillo que la viéramos todos. El grupo de limícolas se levanto y en vuelo Eduardo vio claramente que había un chorlito gris con sus marcas negras pero se posaron en una zona oculta por las plantas y no pudimos verlo ninguno más del equipo para consolidarlo en la lista.

En Barillos había también bastantes limícolas  pero como nuevo apuntamos correlimos de temminck, también nuevo para los registros maratonianos de los Archibebes Tintos.

En la zona de la casa del parque encontramos porrón común y moñudo, zampullín común, correlimos tridáctilo y, por fin, mochuelo.
El sol ya se pone en este punto y nos queda intentar buscar las especies que añadimos habitualmente por la noche. De momento muy contentos porque ya igualamos el mejor de los registros del equipo.

Hacemos un poco de pistas con varias paradas de escucha y visión del todavía claro horizonte.
Este año nos sale en casi todas la “pedorreta” del sisón y en una incluso conseguimos verle a pesar de la escasa luz. La codorniz, que ya tenemos, se escucha en todas las paradas a diferencia de otros años. Se escucha muy a lo lejos un autillo, el aire viene de la chopera donde le buscamos habitualmente.
Poco antes de llegar a las ruinas donde buscaremos la lechuza nos sale por el lateral del coche un búho campestre. La verdad que este año ha sido muy fugaz y no lo hemos disfrutado como en otras ocasiones, pero suma a la lista.

En la parada de la lechuza ésta no decepciona y no tarda en deleitarnos con sus fantasmagóricos ruidos. También se mosquea el único habitante del abandonado pueblo y sale con una linterna y dando palmas para ver si nos espanta. No lo consigue hasta que hemos escuchado la lechuza, pero comprendemos que debe asustar bastante que alguien llegue de noche cerca de su casa, pare el coche, apague las luces y se bajen cuatro tíos sin hacer ruido.

A pesar de tener el autillo en el saco decidimos volver a la chopera porque el año pasado nos salió allí también búho chico. Este año no sale éste, pero autillos hay hasta tres distintos contestándose mutuamente con sus aflautados pitidos. También había en la chopera un pareja en una furgoneta que no debían estar pajareando. El chaval salió también con la linterna, que es como deben acostumbrar en la zona a echar a los “moscones”.

La última parada antes de ir a nuestro dormidero fue en una zona de encinar donde uno de los años salió chotacabras en un último intento de incrementar la lista pero sin éxito.

Así que la lista se cierra con 157 especies, ¡¡¡nuestra mejor marca!!!

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