viernes, 1 de mayo de 2015

XV MARATÓN ORNITOLÓGICO 2.015

Este año, bien por motivos familiares, bien por compromisos “electorales”, solo íbamos a poder realizar el maratón tres componentes de los Archibebes Tintos: Jose Manuel, Eduardo y Félix. El resto del personal estuvo presente en nuestros pensamientos y nuestros comentarios durante toda la jornada de pajareo, sintiendo además su apoyo en el grupo de whatsapp.

Dado que el año pasado tuvimos el mejor resultado de todos los maratones el planteamiento era claro: usaríamos como referencia la tabla de tiempos y especies en los distintos puntos del recorrido de 2014.

Comenzamos la jornada con noche cerrada todavía casi a pie de puerto por la vertiente segoviana. Esta vez apenas hacía frío pero había menos ambiente que el año pasado. En seguida escuchamos un breve (pero válido) reclamo de cárabo aunque, esta vez, ni rastro del chotacabras. Apuntamos al siempre madrugador petirrojo y ya empezando a clarear el día subimos a lo alto del puerto para registrar las especies propias de esas alturas.

Había bastante nubes en el cielo y no solo de las de agua. Un nutrido y escandaloso grupo de cuervos formaban otra nube sobre la vertical del mismo puerto. Suponemos que habrían compartido dormidero en la zona. En fin, tanto cuervo pero solo cuenta uno para formar parte de la lista.
Aparecieron los habituales del pinar, trepador azul, agateador, pinzón, herrerillo capuchino, carbonero garrapinos y común, … y una agradable sorpresa. El canto insistente de un papamoscas cerrojillo que ya tan temprano podíamos incorporar a la lista. De reyezuelos solo sumamos al listado pues el sencillo (que no lo es tanto) no le dio por cantar por allí. Antes de empezar a bajar pudimos sumar también acentor y verderón serrano (más complicados después de este punto del recorrido)

En el puente del Eresma se resistieron los piquituertos, aunque saldrían  más tarde. Apuntamos aquí entre otros arrendajo, picapinos, chochín, capirotada y un madrugador buitre negro al que seguimos con los prismáticos para contemplar cómo se posaba sobre su  plataforma nido.
En la zona de Boca del Asno el mirlo acuático estaba donde se le esperaba. A éste ya le podríamos poner nombre y tutearle pues le conocemos desde hace bastantes años.


Siempre es agradable llegar a Valsaín donde desde el puente se tiene una amplia vista de cielo, pueblo, prados y lomas. Aquí apuntamos entre otros ruiseñor común y bastardo, verderón común, pardillo, abubilla, cuco y las aves comunes asociadas a medios urbanos como gorrión, paloma, golondrina, avión común o grajilla. El cielo estaba bastante nublado e invitaba poco a los vuelos de las rapaces tan habituales en esta zona, sumando únicamente milano negro y un ratonero posado sobre un murete.

En el cerro a la salida del pueblo añadimos curruca carrasqueña, escribano soteño, mosquitero papialbo, totovía y alcaudón real. Sobre los tejados del pueblo las chovas piquirrojas hacían sus acrobacias y escuchamos por primera vez esta primavera a la llamativa oropéndola.

En la zona de robledal paramos donde hacía dos semanas nos había sorprendido el rápido tamborileo y los chillidos territoriales del pequeño pico menor (valga la redundancia). Nunca había salido en maratones anteriores y estábamos convencidos de que esta vez saldría. No fue así, pero en su  lugar había otro guirigay de chillidos que se correspondían con otro pícido, el torcecuello, que además de oír pudimos contemplar en sus quehaceres de marcaje de territorio. Antes de irnos sumamos a la lista en esta zona gorrión chillón, pito real, zarcero común y milano real.

¡Qué pocas rapaces para una zona tan buena! Ni siquiera en la parada del embalse veríamos como otros años en esta zona águilas calzadas o culebreras. Lo más espectacular era mirar hacia el puerto, donde las nubes formaban lo que se conoce como mammatus o nubes mastodónticas.


En la parada del cerro que hacemos a la salida de la Granja estuvimos siguiendo a una lejana rapaz que apuntaba formas de abejero pero que finalmente descartamos añadir a la lista porque no estaba suficientemente claro. Lo que sí que pudimos observar con claridad y con gran sorpresa fue un esmerejón posado. También le habíamos visto un par de semanas antes pero le suponíamos de paso en esos días. Así que tan encantados como él de que le hubiese gustado la zona para quedarse algo más de tiempo en su viaje al norte.

Dejamos por fin la zona de sierra segoviana calcando el horario de referencia pero con 7 especies menos. Uff no pinta tan bien como el año pasado, habrá que esmerarse…
Camino del Duratón vamos añadiendo a la lista desde el coche tórtola turca (la europea está cada vez más cara), cernícalo, águila calzada (no me sale lo de llamarle aguililla), y ¿una lavandera boyera posada sobre un mojón kilométrico? ¡qué cosas!.

En la parada del río Cega en la misma térmica donde ciclean los buitres leonados encontramos una pareja de alimoches, que aunque lo tenemos bien localizado en Duratón lo añadimos con premura a la lista (ave que vuela a la libreta, y más vale pájaro en mano…).

En una parada al azar de un par de minutos a un lado de la carretera para ver si oíamos algo nuevo Jose Manuel nos alerta de una gran rapaz sobre nosotros. Una preciosa y vieja águila real, esto sí que ha sido suerte.

Pero la suerte no va a durar mucho. según llegamos al páramo próximo a Sepúlveda el plomizo cielo que lleva avisando toda la mañana empieza a descargar, con poca intensidad pero con constancia. La molesta lluvia no nos abandonaría en toda esta zona del Duratón. Sobre todo molesta para nosotros porque afortunadamente los pájaros no estaban mudos ni inactivos del todo.
Encontramos enseguida a la guapa collalba rubia pero la gris (mucho más común en estos parajes) se nos resistiría mucho más. Sumamos también alaúdidos como la alondra, la terrera o la cogujada montesina que tanto desde el suelo como desde la vertical formaban una buena banda sonora.

En el asomo a una de las hoces incorporamos a la lista zorzal común, abejarucos en vuelo y al azulado roquero solitario que este año salió a la primera sin necesidad de insistirle.

Antes de abandonar el páramo para bajar hacia Burgomillodo sumamos a un precioso aguilucho cenizo que nos pasa muy cerca y las calandrias que cantan como si no lloviese nada. Pero en la zona donde solemos pillar las currucas la lluvia se hace más insistente y decidimos comer bajo techo dentro del coche para ver si amaina un poco. Fue el único momento donde resultó positivo ser solo tres porque ya era bastante incómodo de por sí. Bajo la lluvia pero con la ventanilla abierta se dejó escuchar la curruca tomillera por lo que salimos encapuchados para confirmarla visualmente. No nos salió aquí la zarcera ni el escribano hortelano como el año pasado.

Cuando reanudamos el camino y llegamos al final del cañón deja de llover y nos da un respiro. Nada más bajar del coche vemos salir del cortado al halcón peregrino. Nos alegra bastante porque los últimos años n le habíamos vuelto a ver (quizás el búho real de la zona, al que tampoco hemos visto, tiene algo de culpa en ello). Añadimos además avión roquero y poco más tarde en el valle de al lado curruca rabilarga y alcaudón común.

Antes de abandonar la zona en dirección al Duero nos acercamos a la laguna de Cantalojas, que bien podrían llamarla de “Cantarranas” por el estridente concierto de batracios que la ambientaba. Nos llevamos en la mochila al zampullín común, que resulta más complicado después de aquí, además de focha y carricero tordal.

Y partimos raudos hacia Castronuño, con el horario incluso más temprano que el de referencia pero con un déficit de 8 especies. Intentamos animarnos, a pesar de la climatología adversa nos vamos defendiendo, y nos estamos comparando con un año que ha sido el mejor de todos.
De camino hacia el Duero parece que el cielo abre algo y dejaremos atrás la lluvia definitivamente.
En la garcera que visitamos las bueyeras y los martinetes están con su mejor plumaje del año preciosos a vista del telescopio. La garza imperial se hace de rogar pero también aparece volando y desaparece al dejarse caer sobre el carrizal. Una garceta común en vuelo completa la familia (ya habíamos apuntado garza real tiempo atrás).

En el paseo que hacemos por el trozo de bosque de ribera del Duero a su paso por Toro nos sale el mosquitero ibérico que no para de cantar, y el pájaro moscón que suena desde las zonas altas de los chopos.

Para terminar la jornada nos dirigimos a la última zona (y la mejor) del recorrido. Vamos con 6 especies menos que el año pasado a estas alturas y con muy poco retraso por lo que todavía hay posibilidades de hacer una buena marca.

De camino vemos y apuntamos los grupos de cernícalos primillas en vuelos de caza, aguilucho pálido igualmente de caza a ras de suelo y, al cruzar uno de los pueblos, el pequeño mochuelo sobre uno de los tejados.

Primero entramos por Villarrín de Campos donde su pequeña laguna nos sorprende por la variedad de especies que encontramos: cigüeñuela, avoceta, archibebe común, andarríos grande y chico, avefría, un combatiente con el plumaje casi blanco. También pagaza y fumarel cariblanco. Y por sorpresa, mientras barríamos con el telescopio, un elanio azul posado en una torreta (bienvenido sea siempre).
¡Qué buena pinta tiene esto!  Pero que bajón nos da enseguida cuando llegamos a Otero y comprobamos que apenas hay agua en la Laguna Grande. Eso podría explicar que hubiera tanto en Villarrín.

Donde más esperábamos apenas anotamos algún limícola más como correlimos común y chorlito gris, gaviotas reidora y sombría, y tarro blanco, cuchara y ansar común. Al menos tenemos la suerte de que una canastera sobrevuela el observatorio donde nos encontramos para darnos el único atisbo de alegría.

Hasta la omnipresente en la zona avutarda tarda en salir más de la cuenta.
En la casa del parque añadimos algunos pocos más como el porrón común, el rascón, el chorlitejo chico y un zarapito real.

Nos acercamos sin muchas expectativas (con bastante fundamento) a la laguna de Barillos donde, la que otros años aportaba tan buen material de especies, se mostraba como una superficie de tierra sin una gota de agua. ¡¡¡Importante pinchazo!!!

No es tarde todavía pero ya solo podemos aspirar a la recolección de nocturnas.

Afortunadamente no se dio mal esta parte. El búho chico salió en el pinar donde se le esperaba. Llegamos con todavía mucha luz a la pequeña chopera donde confiábamos escuchar al autillo, así que decidimos probar una pista cercana para otras especies mientras tanto y ésta resultó muy buena. Cada vez que parábamos el coche se escuchaba un sisón e incluso pudimos verlo con el telescopio (con lo que nos cuesta otros años…). También escuchamos el canto de la codorniz y pudimos ver a la lechuza campestre en vuelo sobre el horizonte. El que no quiso colaborar y no se retrató fue el alcaraván.

Volvimos a la chopera del autillo, donde se hizo un rato esperar. Pero mientras estuvimos muy entretenidos contemplando las disputas entre un águila calzada y un milano negro que entre chillidos no paraban de cruzarse e incluso tocar sus garras.

Despedimos el día como ya es costumbre con el fantasmal encuentro con la lechuza. No tardó apenas en salir a darnos las buenas noches en cuanto llegamos a su casa.
La dama blanca hacía la especie 141, que suponía 12 menos que el año pasado (nuestro mejor año). 

Teniendo en cuenta la adversidad climatológica de la primera mitad del recorrido y, sobre todo, el poco agua de Villafáfila tampoco había estado del todo mal.

No sé si del todo satisfechos, pero desde luego muy contentos de la experiencia de pajareo intenso que ofrece hacer el maratón ornitológico, nos pusimos en camino hacia el dormidero en Benavente donde disfrutamos de la cena y el descanso merecidos.

 Los números de esta participación:
  Horario: 6:25 - 22:15
  Total de especies localizadas: 141
  Total de kilómetros recorridos: 394