Los Archibebes Tintos, esta vez representados por Eduardo,
Alex, Jose Manuel y Félix (porque Lillo y Casi tenían otros compromisos
sociales), acudimos muy ilusionados y con muchas ganas de pajarear a la
invitación de SEO/Birdlife a participar en el Gran Reto.
Este año se hacía en
Cantabria, una comunidad pequeña pero que alberga muchos y variados ecosistemas
siendo por tanto muy adecuada y apetecible para tal evento.
Al hacerse en estas fechas era muy importante la estrategia
a seguir porque entraban en juego muchas variables a tener en cuenta como la
climatología, horario de mareas, horas de luz,…. Al final del día
constataríamos que nuestra elección no sería la más adecuada.
El dormidero y punto de encuentro con el resto de equipos y
la organización fue Noja, en el extremo oriental de la región, y nuestra idea
era empezar en la alta montaña del extremo suroccidental. Por tanto nos
levantamos a las 5:00 con idea de recorrer las dos horas y pico de carretera de
noche y llegar antes del amanecer a Fuente Dé donde el primer teleférico nos
subiría a las zonas más altas.
La primera especie antes de montarnos al coche, el petirrojo,
ya se escuchaba a esas horas tempraneras.
Íbamos bien de tiempo y vimos un bar abierto que nos daba la
posibilidad de subir desayunados debidamente con cafetito y sobaos pasiegos y
corbatas de Unquera, para hacer honor a la tierra.
Llegamos al parking del teleférico con tiempo de dar un
paseo por la pista que sube al bosque y lo hacemos sin acercarnos a la cerrada
taquilla. ¡Craso error!. Cuando bajamos con prisas para estar antes de las 9:00
comprobamos que el primero sube a la 10:00 (la información que habíamos
encontrado en internet no era correcta). Sabíamos que una hora de pérdida nos
iba a perjudicar mucho, ya no tendríamos tiempo de acercarnos a Reinosa.
Antes de subir habíamos añadido a la lista los páridos,
reyezuelo listado, agateador norteño, zorzal común y una paloma torcaz que
sería la única que veríamos a lo largo del día (difícil de imaginar para los madrileños).
Por fin subimos arriba y una vez allí conseguimos a las dos
chovas, un par de gorriones nivales que nos volaron por encima, bisbita alpino,
algún buitre leonado posado, colirrojos tizones, pero ni rastro de acentor
alpino, tan solo unos trinos que podían indicar su presencia pero sin más
confirmación. Otro grupo que también se acercó hasta aquí arriba sí los verían
sin problemas cerca de la base de la plataforma.
Tampoco pillamos a otra especie esperada aunque difícil: el
treparriscos.
A parte del pajareo el paisaje era espectacular, el tiempo
acompañó y los rebecos se mostraban confiados por todas partes.
Una vez abajo teníamos ya prevista una parada por los
bosques de Argüébanes para intentar añadir a la lista pícidos, pero aunque
estaba todo precioso con colores otoñales resultó excesivo el tiempo gastado
para lo poco que nos cundió en la lista. Ni picamaderos negro ni pico mediano
(las joyas del lugar), aunque nos llevamos el pito real y el picapinos que in
extremis reclamó.
Al pasar por Potes, en una parada logística para comprar pan
añadimos a la lista gorrión común, paloma bravía y tórtola turca (no tan
comunes como pensábamos y comprobaríamos el resto del día) y el regalo de un
gavilán en vuelo sobre el pueblo.
De camino hacia la costa cruzamos el desfiladero de la
Hermida, impresionante. En varias paradas cortas sumamos al Treparriscos,
importante adquisición, y al mirlo acuático.
Nuestro siguiente objetivo es llegar a Santoña para
encontrarla con la marea baja, pero también la encontraríamos lluviosa (parece
que hoy solo llovía en este punto de Cantabria). Aprovechamos la hora y la
climatología para refugiarnos bajo techo en el observatorio de la Arenilla
donde daríamos cuenta de buenos embutidos y quesos acompañados de un buen tinto
(como no podría ser de otra manera). Desde aquí sumamos las gaviotas sombría,
reidora, patiamarilla y cabecinegra, además de un gavión atlántico que las
superaba en tamaño. También algunos limícolas como zarapito real y trinador y
un pobre archibebe claro cojo, que sin dedos en una de sus patas se hundía de
más en el barro cada vez que pisaba con ella.
En este punto tampoco faltaron las espátulas, especie
emblemática de Santoña, las ardeidas, garza real, garceta grande, garceta común
y garcilla bueyera, ni rapaces como el ratonero (bueno éste estaba en todas las
zonas visitadas), el aguilucho lagunero, la pescadora y el halcón peregrino,
este último, un ejemplar del norte precioso posado en una torreta frente al observatorio.
En la zona de marisma cercana al polígono industrial
encontramos menos limícolas de los esperados pero incorporamos a la lista
agujas colinegras y correlimos menudos (de los comunes ni rastro salvo un grupo
en vuelo a lo lejos que no pudimos dar por “buenos”).
En las charcas del Sorbal junto a un grupo de fochas encontramos una
albina (leucística para ser más correctos) que dió la nota de color.
El día se nos va y nos queda demasiado por visitar así que
tiramos hacia Cabo Mayor. No teníamos claro cuál sería la mejor manera de
acceder al cabo de Aja y fuimos a lo seguro, pero, como pudimos
comprobar por la noche hablando con otros compañeros de Gran Reto,
nuestra elección no fue la más acertada. Aún así en Cabo Mayor sacamos dos
especies de pardela (cenicienta y pichoneta), alcatraz y cormorán moñudo.
No había más tiempo y nos dejamos sin visitar algún prado
costero donde podríamos haber encontrado un montón de aves comunes que nos
estaban haciendo un buen agujero en la lista.
Decidimos finalizar el recorrido en las marismas blancas de
Astillero, feliz y brillantemente recuperadas gracias al empeño de
SEO/Birdlife. En este punto lo último
que añadimos son golondrinas comunes que entraron a dormir, y la pareja de
cisnes que con las últimas luces encontramos al final del día.
Al final del día habíamos completado una lista final que contenía 88 especies, una
cifra demasiado baja que al día siguiente, tras conocer los datos del resto de
equipos, nos dejaría el orgullo algo herido.
Algún que otro despiste con el
navegador, mala suerte con algunas especies, la hora perdida en Fuente Dé y, sin
duda, una estrategia mejorable.
En fin, que habrá que esmerarse…
A parte de la cuestión competitiva, siempre es un placer
disfrutar del pajareo en una zona tan hermosa y completa para estos fines, y en
compañía de tan buena gente. Aunque solo sean 88 especies son muy pocos los
días en los que puedes contarlas.
En este enlace se puede encontrar el dossier que
preparó la organización con imágenes y resultados de este Gran Reto 2012.