sábado, 20 de octubre de 2012

GRAN RETO 2.102



Los Archibebes Tintos, esta vez representados por Eduardo, Alex, Jose Manuel y Félix (porque Lillo y Casi tenían otros compromisos sociales), acudimos muy ilusionados y con muchas ganas de pajarear a la invitación de SEO/Birdlife a participar en el Gran Reto. 

Este año se hacía en Cantabria, una comunidad pequeña pero que alberga muchos y variados ecosistemas siendo por tanto muy adecuada y apetecible para tal evento.
Al hacerse en estas fechas era muy importante la estrategia a seguir porque entraban en juego muchas variables a tener en cuenta como la climatología, horario de mareas, horas de luz,…. Al final del día constataríamos que nuestra elección no sería la más adecuada.

El dormidero y punto de encuentro con el resto de equipos y la organización fue Noja, en el extremo oriental de la región, y nuestra idea era empezar en la alta montaña del extremo suroccidental. Por tanto nos levantamos a las 5:00 con idea de recorrer las dos horas y pico de carretera de noche y llegar antes del amanecer a Fuente Dé donde el primer teleférico nos subiría a las zonas más altas.

La primera especie antes de montarnos al coche, el petirrojo, ya se escuchaba a esas horas tempraneras.
Íbamos bien de tiempo y vimos un bar abierto que nos daba la posibilidad de subir desayunados debidamente con cafetito y sobaos pasiegos y corbatas de Unquera, para hacer honor a la tierra.

Llegamos al parking del teleférico con tiempo de dar un paseo por la pista que sube al bosque y lo hacemos sin acercarnos a la cerrada taquilla. ¡Craso error!. Cuando bajamos con prisas para estar antes de las 9:00 comprobamos que el primero sube a la 10:00 (la información que habíamos encontrado en internet no era correcta). Sabíamos que una hora de pérdida nos iba a perjudicar mucho, ya no tendríamos tiempo de acercarnos a Reinosa.




Antes de subir habíamos añadido a la lista los páridos, reyezuelo listado, agateador norteño, zorzal común y una paloma torcaz que sería la única que veríamos a lo largo del día (difícil de imaginar para los madrileños).

Por fin subimos arriba y una vez allí conseguimos a las dos chovas, un par de gorriones nivales que nos volaron por encima, bisbita alpino, algún buitre leonado posado, colirrojos tizones, pero ni rastro de acentor alpino, tan solo unos trinos que podían indicar su presencia pero sin más confirmación. Otro grupo que también se acercó hasta aquí arriba sí los verían sin problemas cerca de la base de la plataforma.
Tampoco pillamos a otra especie esperada aunque difícil: el treparriscos.






A parte del pajareo el paisaje era espectacular, el tiempo acompañó y los rebecos se mostraban confiados por todas partes.
Una vez abajo teníamos ya prevista una parada por los bosques de Argüébanes para intentar añadir a la lista pícidos, pero aunque estaba todo precioso con colores otoñales resultó excesivo el tiempo gastado para lo poco que nos cundió en la lista. Ni picamaderos negro ni pico mediano (las joyas del lugar), aunque nos llevamos el pito real y el picapinos que in extremis reclamó.

Al pasar por Potes, en una parada logística para comprar pan añadimos a la lista gorrión común, paloma bravía y tórtola turca (no tan comunes como pensábamos y comprobaríamos el resto del día) y el regalo de un gavilán en vuelo sobre el pueblo.

De camino hacia la costa cruzamos el desfiladero de la Hermida, impresionante. En varias paradas cortas sumamos al Treparriscos, importante adquisición, y al mirlo acuático.

Nuestro siguiente objetivo es llegar a Santoña para encontrarla con la marea baja, pero también la encontraríamos lluviosa (parece que hoy solo llovía en este punto de Cantabria). Aprovechamos la hora y la climatología para refugiarnos bajo techo en el observatorio de la Arenilla donde daríamos cuenta de buenos embutidos y quesos acompañados de un buen tinto (como no podría ser de otra manera). Desde aquí sumamos las gaviotas sombría, reidora, patiamarilla y cabecinegra, además de un gavión atlántico que las superaba en tamaño. También algunos limícolas como zarapito real y trinador y un pobre archibebe claro cojo, que sin dedos en una de sus patas se hundía de más en el barro cada vez que pisaba con ella.

En este punto tampoco faltaron las espátulas, especie emblemática de Santoña, las ardeidas, garza real, garceta grande, garceta común y garcilla bueyera, ni rapaces como el ratonero (bueno éste estaba en todas las zonas visitadas), el aguilucho lagunero, la pescadora y el halcón peregrino, este último, un ejemplar del norte precioso posado en una torreta frente al observatorio.

En la zona de marisma cercana al polígono industrial encontramos menos limícolas de los esperados pero incorporamos a la lista agujas colinegras y correlimos menudos (de los comunes ni rastro salvo un grupo en vuelo a lo lejos que no pudimos dar por “buenos”).
En las charcas del Sorbal  junto a un grupo de fochas encontramos una albina (leucística para ser más correctos) que dió la nota de color.

El día se nos va y nos queda demasiado por visitar así que tiramos hacia Cabo Mayor. No teníamos claro cuál sería la mejor manera de acceder al cabo de Aja y fuimos a lo seguro, pero,  como pudimos  comprobar por la noche hablando con otros compañeros de Gran Reto, nuestra elección no fue la más acertada. Aún así en Cabo Mayor sacamos dos especies de pardela (cenicienta y pichoneta), alcatraz y cormorán moñudo.
No había más tiempo y nos dejamos sin visitar algún prado costero donde podríamos haber encontrado un montón de aves comunes que nos estaban haciendo un buen agujero en la lista.

Decidimos finalizar el recorrido en las marismas blancas de Astillero, feliz y brillantemente recuperadas gracias al empeño de SEO/Birdlife.  En este punto lo último que añadimos son golondrinas comunes que entraron a dormir, y la pareja de cisnes que con las últimas luces encontramos al final del día.



Al final del día habíamos completado una  lista final que contenía 88 especies, una cifra demasiado baja que al día siguiente, tras conocer los datos del resto de equipos, nos dejaría el orgullo algo herido. 

Algún que otro despiste con el navegador, mala suerte con algunas especies, la hora perdida en Fuente Dé y, sin duda, una estrategia mejorable.
En fin, que habrá que esmerarse…

A parte de la cuestión competitiva, siempre es un placer disfrutar del pajareo en una zona tan hermosa y completa para estos fines, y en compañía de tan buena gente. Aunque solo sean 88 especies son muy pocos los días en los que puedes contarlas.

En este enlace se puede encontrar el dossier que preparó la organización con imágenes y resultados de este Gran Reto 2012.





sábado, 21 de abril de 2012

XII MARATÓN ORNITOLÓGICO 2.012

En esta edición no pudimos contar ni con Lillo ni con Casi. Sabíamos que lo íbamos a pasar tan bien como siempre porque nos apasiona el tema, pero no había duda de que no nos íbamos a reír tanto como en ocasiones anteriores.

A priori las previsiones meteorológicas no eran muy buenas y para colmo se equivocaron a peor.

Llegamos antes del amanecer al inicio del recorrido, el Puerto de Navacerrada en su vertiente segoviana. Las condiciones pésimas, un paisaje nevado con algo de niebla y una lluvia fina que nos calaba en cada bajada del coche. En la vieja estación de Cotos apareció la primera especie de la lista, una pareja de collalbas grises a la luz de las farolas que se refugiaban en los arcos del edificio.

En un paseo por el puerto, antes de empezar a descender, nos sorprende un más que interesante paso migratorio en el que se nos mezclaban especies propias del puerto con otras inesperadas en este punto. Dejamos el puerto con especies como acentor común, bisbita arbóreo, triguero, curruca carrasqueña o curruca capirotada en la lista, pero nos falla el verderón serrano del que ya no habría posibilidad de encontrar en el resto del día.

En la Boca del Asno, donde aprovechamos para tomar un cafetito de termo con madalenas, acudió puntualmente a su cita el mirlo acuático.

A pesar de la lluvia intermitente salimos de Valsaín con dirección a Sepúlveda con 58 especies en la lista.

En la primera parada poco antes de Sepúlveda la lluvia nos da un pequeño respiro y fichamos para la lista al bisbita campestre y a la preciosa collalba rubia.

Mientras buscábamos curruca rabilarga en una zona de matorral unos tipos con una furgoneta que aparentemente vigilaban su coto se nos encararon porque decían que llevamos prismáticos muy buenos para “simplemente” ir mirando pájaros. Nosotros nos reímos bastante pero incluso tomaron la matrícula del nuestro coche antes de irse bastante mosqueados.

En la zona de cañón que cruzamos en nuestro recorrido llega una de los momentos estelares y mágicos del día. Al poco tiempo de cruzar sobre nuestras cabezas un águila real, mientras escudriñamos el cortado en busca del roquero solitario, apareció volando un búho real que acabó posándose en el suelo. Al cabo de unos segundos volvió a levantar el vuelo y se perdió detrás de otra pared. Por cierto, del roquero solitario ni rastro. En este punto empezó a fraguarse una de las frases que definen nuestros maratones: “las gallinas que entran por las gallinas que salen”.

Nos fuimos de la zona con 81 especies y con el alimoche en la cartera pero sin el halcón peregrino, poniendo carretera de por medio camino de Castronuño.

En Castronuño aumentamos la lista hasta 97 especies entre las que se han añadido entre otros martín pescador, carriceros, somomurjos, garza real e imperial. Pero nos fallan habituales en otros años como el martinete y el zarcero.

Camino de Toro, en el puente sobre el Duero, mucho ambientillo pajaril pero ninguno nuevo para la lista. Emulando a los tramuntanos nos tomamos unas pringles al subirnos al coche.

Nos acercábamos a tierras de Villáfáfila y en Pozoantiguo vimos el primer y único vencejo común del día (a quien se lo cuentes no se lo cree…).

Antes de llegar a Villarrín incorporamos en la lista a la más gorda de todas, la avutarda, que haría el número 100.

En la laguna de Villarrín nos sorprende la gran cantidad (aunque poca variedad) de patos. Más tarde comprenderíamos que posiblemente se debería a lo secas que estaban las lagunas en Villafáfila.

Después de la mañana “mojada” que habíamos tenido esperábamos más agua y barro en Villafáfila pero las pistas estaban tan secas como las lagunas y para “facilitar” las cosas soplaba bastante viento.

Nos vamos hacia Moreruela con 122 especies tras incorporar anátidas, limícolas, aguiluchos. Complicado superar nuestro record de 133 especies del año pasado.

Precioso el paisaje entorno a las ruinas de Granja de Moreruela al atardecer donde apuntamos gorrión chillón y un tempranero canto de autillo.

Pisteando un poco para ver si encontramos búho campestre que tan buenos momentos nos proporcionó el año pasado encontramos a un precioso macho de sisón asomando sobre el cereal y oímos a lo lejos el reclamo de la codorniz. Pero del búho ni rastro, debe haber menos topillos en los campos este año.

Rematamos los últimos momentos del maratón en la localidad semiabandonada donde esperamos anotar a la lechuza. Mientras anochece y seguimos por twitter el final del clásico del que ya nos han informado que el Madrid va ganando, aparecen ante nosotros una pareja de chotacabras gris, un cárabo en vuelo, maúlla el mochuelo y se queja la lechuza. Vaya media hora de lujo y de twitter.

De camino al hostal aún teníamos posibilidades de escuchar alcaraván o cruzarnos con el búho campestre pero no ocurre tal cosa y cerramos la lista en 132 especies, a punto de alcanzar la marca del año pasado. Dadas las condiciones climatológicas adversas y el estado de las lagunas no se nos antoja mala marca y fácilmente ampliable en las siguientes participaciones.

Al menos este año hemos podido ganar en algo a los compañeros catalanes ¡Hala Madrid! :-)

Lo dicho, las gallinas que han entrado por las gallínulas que han salido (ni una triste polla de agua en todo el día).

Archibebiendo un tinto de Toro para brindar por la jornada

Los números de esta participación:

Horario: 6:23 - 22:36
Total de especies localizadas: 132
Total de kilómetros recorridos: 437
Tiempo en movimiento: 6 horas y 40 minutos